miércoles, 19 de mayo de 2010

No se juega con la comida (parte 2)


No lo entiendo, y mira que lo he pensado durante todos estos años. ¿Cómo puede alguien odiar ser vampiro? Aunque no lo pidieses, aunque te alimentes de lo que eras antes... ¿Acaso no te alimentabas antes de seres inferiores a ti? Esto es lo mismo. Esa pequeña salvaje debería estar agradecida de lo que hice por ella.
Sin ninguna duda yo adoro a Paul y recibo de su parte el mismo afecto. Quien me iba a decir a mí que esa criaja me traería tantos problemas. No es que me arrepienta de lo que hice, pero quizá otro lo aprovechase más.
Para mi desgracia nos vemos demasiado frecuentemente. Es mi debilidad no puedo estar mucho tiempo lejos de ella. Me preocupa. No lo puedo evitar. Desde el primer momento en el que la vi con esos ojitos llorosos, las mejillas sonrojadas, medio desnuda, caminando sola por las calles de Madrid y ese olor... indescriptible, una mezcla de desesperación, inocencia y rabia; supe que tenía que hacerme cargo de ella, para siempre.
Ahora está aquí, haciéndose la heroína, tratando de darme lecciones. Me hace reír, me entretiene. A estas alturas no sé si eso es bueno o malo.
Paul, mi querido Paul, por fin llegas. Sálvame de este ser infernal.
Realmente tengo buen gusto, mi pequeño levanta pasiones incluso entre los vampiros. E aquí una de las razones por las que ella me odia. Paul la ve como a una pequeña hermana y eso no va a cambiar. Sin entender que el no la ve como mujer simplemente porque la ha visto madurar a lo largo de los años, sigue aferrada a la idea de que es culpa mía. Su edad, o más bien su apariencia infantil, no cambiara nunca. Nunca.
Se queda sentada al lado del cuerpo de aquel hombre mientras que soy arrastrada hacia una de las habitaciones contiguas. No ha cambiado mucho, pero últimamente ha dejado que esos rizos dorados crezcan un poco. Con su típico movimiento de cejas me indica que no estamos solos. Dos vampiros más intentan ocultarse en lo más oculto de la penumbra.
-Y bien... ¿qué queréis?-me dirijo a Paul sin pestañear
-Nos preocupas, cada vez te vemos más aburrida.
La extraña respiración de Alec empieza a ponerme nerviosa, ¿Que necesidad tiene de hacerlo si estamos solos? Joon no deja de mirarme, noto su colmillo derecho encima del labio inferior, perfecto.
-¿Me has traído algo de diversión?
-No hace falta que me lo agradezcas
-Tssss, ¿cuanto crees que duraran estos?
-el rato que estés entretenida será bueno, dure la que dure- Desaparece de la estancia con una sonrisa cómica en la cara.
La verdad no me gusta ser una aguafiestas, pero esto no tiene ningún sentido. Abro la puerta, Joon me sujeta del brazo y me empuja hasta en centro de la habitación. Alec se queda atrás y cierra con seguro la puerta.
Sin decir nada Joon se abalanza sobre mí acariciándome y tira de mi blusa sacándola de la minifalda. La blusa se abre de pronto y el desabrocha el sujetador eficientemente. Mientras Alec se quitaba su ropa hasta quedar en calzoncillos. Joon hace lo mismo, dándole oportunidad a Alec de acariciarme, besarme y quitarme lo que quedaba de mi ropa. Mis pezones están durísimos y parece que la cosa promete.
Los músculos de Joon parecen esculpidos por el mejor de los artistas y las manos de Alec son como mínimo divinas. ¿Por qué no me habré fijado en estos dos antes?
Alec termina de desvestirse y empieza a masturbarse en lo que Joon me tira en la cama y me acaricia. Sus dedos acarician mi clítoris, mis labios y se introducen un poco en mi vagina para hacer el recorrido de regreso hasta mi clítoris. Se acuesta en la cama, ya sin ropa, y con todo su cuerpo durísimo y palpitante.
No me he dado cuenta, pero Alec ya está a mi lado, arrodillado en el suelo. Me lame el cuello y muerde mi oreja rápida y repetidamente.
¡Elise! Como un vendaval Elise entra en la habitación. Su cara no representa la tranquilidad que normalmente la caracteriza.
-Vístete, algo serio está pasando. Amuka y los suyos ya te están esperando.
Esta pequeña zorra siempre es tan inoportuna. Me visto lo más rápido que puedo y las dos salimos del local. Dirección: Atlántida

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