jueves, 27 de mayo de 2010

No se juega con la comida (parte5)


Está bien, lo admito. Ha sido genial.
No puedo evitarlo, la sonrisa no desaparece de mi rostro. Bueno, no es para tanto, ¿no? Solo es un humano. Uno más del montón. Eso sí, no creo que todos los del montón hagan las cosas como las hace el. Ya estoy desvariando otra vez.
-¿Natalie? Tu padre te espera.
Abro la tapa y veo la risueña cara de Elise, con esos mechones rebeldes enmarcándole el rostro. Me pongo ante el armario y deslizo las prendas.
-¿Qué hacías allí dentro?
-¿Qué?
-En el ataúd –alza una ceja- Pensé que era tu cama, ya sabes... en pasado.
Miro hacia atrás y me doy cuenta de ello. Nunca duermo en el ¿Por qué esta vez me he acostado sin pensarlo? Recuerdo que alabe al creador del colchón moderno en su momento ¿Por qué narices me meto en esa sucia y vieja caja de madera? Por su comodidad no, por supuesto.
Me acicalo lo justo para no parecer presuntuosa y salgo en busca de tan importantes noticias.

Padre mira fijamente al techo, contemplando la vida apacible de una araña. Qahhar y Lizz aguardan, ella se mira las uñas sentada en un sofá de cuero negro, el admira sus propios músculos.
Entro en la estancia y parece que nadie nota mi presencia. Puff, esto va a ser un coñazo enooooorme.
-Estas muy guapo hermanito, puedes dejarlo ya.
Lizz se ríe sin dejar de mirar sus uñas, recién pintadas por cierto. Me tiro al sofá justo a su lado.
-¿Cuando maduraras Zina? Creo que ya va siendo hora.
-Oh, Disculpe caballero. ¿Qué tienes 5 siglos ya?
-Desde luego parece que mas que tu si tengo
-En eso estamos de acuerdo, tu mentalidad es más parecida a la de padre que a los de tu época.
Amuka carraspea ligeramente. Parece que nuestra conversación le distrae del apasionante mundo de las arañas. Me aburro. Le hago trenzas a Lizzy por todo el pelo, pero despacio... no quiero acabar y no tener nada que hacer de nuevo.
-Llego tarde, culpa mía. Podemos empezar.
Hiro se sienta a mi lado y espera las instrucciones de padre, pero Qahhar se mantiene en pie. Por otro lado Héctor se levanta, y sale de la estancia abandonando así su austera posición a los pies del antiquísimo vampiro. Si no me equivoco ese parasito llego a la Atlántida justo después del nacimiento de Lizzy. Solo Hiro y yo recordamos como era la vida sin él, cuando padre aun se movía e incluso sonreía.
-El tema es muy sencillo. Siempre la misma historia. Un idiota está jugando a ser dios. –Todos escuchamos- Voy a ir directo al grano. Ji Hoon, entra.
Ha sido solo un murmullo, pero mi amante de ojos rasgados entra y se coloca junto a él. Por fin el misterio será resuelto.
-Todavía no se quien está poniendo en juego nuestra existencia, por eso os he llamado.
-No te preocupes padre, nos haremos cargo de todo.
-Hiro... ¿crees que la cosa es tan sencilla?
Mira a Ji Hoon y todos hacemos lo mismo. Solo entonces noto que algo raro pasa con él. Parece, sé que no es normal, pero aun así parece como si hubiese bebido sangre de vampiro y cada vez lo noto más. Le salen colmillos y su expresión cambia. Sus ojos están fijos en mi y su sonrisa representa algo que no me gusta ni un pelo ¿ha estado poniendo me a prueba todo este tiempo?
-¿Me lo puedo quedar? –Los dientes de Lizz arden en deseo.
-Hay más como él. No sé cuantos, pero tenéis que encontrarlos y traerlos. Salvatore encontró a Ji Hoon por las calles de Seúl y le trajo hace un par de décadas. Arriesgarnos a que otro de ellos ande solo entre la gente, sin saber exactamente lo que es y poniéndonos a todos en peligro es inaceptable.
-¿Pero cómo...?- Mis palabras no terminan de salir -¿Medio humano?
-Así es. El vampiro en cuestión deja embarazadas a las mujeres y desaparece. Cuando las pequeñas criaturas están lo suficientemente desarrolladas quieren salir. Lamentablemente para ellos la madre no sobrevive al proceso y ellos quedan a merced de la ley espartana, solo los más fuertes son capaces de crecer y llegar a esto. Hemos encontrado a 3 hermanos suyos, todos menores que él, en poco tiempo llegaran a la isla y serán educados conforme a su condición.
-No necesitamos a mas chupasangres y menos de ese estilo –La ira de Lizz esta forzosamente controlada.
-Ellos pueden sobrevivir a base de comida normal, no te preocupes, no te faltaran humanos a los que mortificar. De todas formas, ese es el punto de traerles aquí, mantener la proporción de vampiros y humanos que tenemos actualmente.
-¿En cuanto a padre?
-Qahhar hijo... tu siempre encerrado en lo menos trascendental. Esta condenado, si le encuentras puedes hacerte cargo de él. Mas cuidado, no te equivoques de vampiro, no sobrellevo bien las peleas entre familias.

miércoles, 26 de mayo de 2010

No se juega con la comida (parte4)


Elise se lo está pasando bien con esos dos. Qahhar no es nada del otro mundo, supongo que el poder y la fama es lo que la atrae. En cuanto al gemelo de Min Ho está claro que cuanto más excitado este mejor sabrá, le queda poco.
La cena de Lizz todavía sigue merodeando excitada y nerviosa por el salón. La divertida y mona Lizzy tiene unas costumbres muy raras. Le gusta que su comida sepa que va a morir, pero que conserve la esperanza. Esa humilde señora será la última en morir esta noche.
Por mi parte ya no tengo nada que hacer allí. Tampoco es que la compañía sea excelente.

Una noche perfecta para un bañito, pero no soy la única que lo piensa. Me quito la ropa quedándome en un minúsculo biquini de esos que están de moda estos últimos años.
Ji Hoon, que así parece llamarse, vuelve a ignorarme. Esta situación comienza cabrearme.
Después de nadar un poco y fingir que ninguno de los dos está interesado en el otro me siento en una de las pequeñas rocas que hay en uno de los lados del lago.
Tengo que reconocerle cierto atractivo. Su piel es blanquecina y parece bastante fácil de perforar, de esas a las que les permanece la marca durante semanas. No puedo apartar la vista de el. Nuestras miradas se cruzan. Deseo que se acerque, de una manera increíble deseo tenerle cerca, aunque sea solo para observarle.
Sonrió, el nada hacia aquí. Levanta la cabeza, el pelo le gotea. Puede que decir sexy sea poco en este caso. Sin mediar palabra se pone entre mis piernas, cerca, muy cerca de mí. Sus piernas no dejan de moverse para poder seguir flotando y ese vaivén hace que nuestros cuerpos se rocen.
-Demasiado valiente para ser un simple humano ¿O debería decir temerario?
- Los dos sabemos que no me harás nada. Si aquella noche no fuiste capaz ni de acercarte, mucho menos me harás ahora.
-¿tan confiado estas? –Suelto una carcajada maliciosa sin olvidar mostrarle los colmillos disimuladamente.
-Esta en tu mano, pero sabes perfectamente que si sigo con vida en estos momentos es por alguna razón.
-¿Por qué te tiene aquí?
-Eso te lo dirá el. No es propio de mí meterme en problemas familiares Zina.
Acerca sus labios a los míos y siento la necesidad de mordérselos. Si le muerdo se acabo todo. No hago caso a mi instinto y me contengo, no por miedo a mi padre, sino porque esto comienza a ponerse interesante.

Me atrae hacia el agua y como una niña buena me dejo llevar. Tira lentamente del cordón de la escueta prenda y mis senos quedan a merced de sus deseosos ojos. Como si de un vampiro se tratase me lame el cuello. Es un sentimiento extraño, noto tanto su lengua en mi cuello como si fuese yo misma la que lo estuviese lamiendo.
Su mano derecha alcanza mi seno y se hace cargo de mi pezón ya duro. Bajo su piel el palpitar de la sangre me está volviendo loca. Pero me controlo, debo hacerlo.
Nuestras piernas se enredan bajo el agua, acariciándose mutuamente. Noto la firme posición de su miembro y su clara intención al pegarse a mí.
Nuestras lenguas se encuentran en una batalla apasionada. Mi intención no es perder esta guerra, bajo hábilmente su bañador. El no es menos y me retira la parte inferior. Ahora noto más que nunca el ardiente fuego que crece en mí. Sin consideración alguna me hace el amor.
Sé que hay alguien en la orilla, pero no me importa, en estos momentos solo hay algo en lo que esto concentrada. Siente, ama, folla... pero no muerdas.

viernes, 21 de mayo de 2010

No se juega con la comida (parte3)


Pelo rubio, largo y suelto. Capa roja hasta los pies y por supuesto vestido de negro. A sus pies Héctor, un poco mayor de lo que le recordaba. Ese parasito también se ha dejado el pelo largo. Que estupidez, ahora tiene que apartarle el pelo cada vez que quiere morderle, poco práctico.
-Habla con el
-Shhhhh
-Estoy aburrida
-dije que te calles
-pero...
-No me avergüences, este no es momento para tu... –Los ojos fríos de Amuka están clavados en mi.
Odio esto, siempre lo he odiado. Sonrió un poco y desvió la mirada. Se separa de su pequeño aperitivo y pasa lentamente la lengua por sus dientes. Deja caer todo su peso sobre el respaldo del gran sillón.
Pese a la impaciencia claramente notoria de mi acompañante, ninguno se mueve, ni él, ni nosotras. Héctor se pone la camisa blanca que esta tirada a pocos metros, pero nosotros no nos movemos. Hace mucho tiempo que aprendí que con Amuka cada cosa tiene su tiempo. Cuando él lo crea necesario comenzara a hablar, aunque eso nos lleve medio siglo de espera.
El parasito recoge el violín y comienza a tocar una lenta melodía. El pie derecho de padre se mueve al ritmo.
-Zina... –se toma su tiempo y me sonríe, en cambio al mirar a mi lado su cara regresa a su estado natural – Llegas tarde.
Elise baja la cabeza intentando inculparse por nuestra tardanza. Inocente criatura, a él eso no le importa.
-¿A qué se debe tanta premura? Parecías muy entretenido.
Una de las notas del violín es errónea y Amuka pone cara de desagrado.
-Tus hermanos hace tiempo que llegaron –Le hace un gesto con la mano a Héctor para que se acerque –Hablaremos al alba.
Eso significa que nos marchemos. Y por mi colmillo derecho que le estoy agradecida. Elise me sigue como un perrillo perdido, tampoco creo que le guste mucho estar aquí. Al final no me odia tanto como dice.
Abro la puerta de mi habitación, que de recuerdos. Ese viejo no ha cambiado nada. Saco el móvil. En esta mierda de sitio no hay ni cobertura. Me tiro sobre la cama abriendo manos y piernas. La chiquilla no para de fisgonear por todas partes. Se me olvidaba que ella no está acostumbrada a esto.
-Zina...-con solo una de mis miradas corrige sus palabras- ¿Natalie ese ataúd es... tuyo?
-Era mi cama –le sonrió -¿quieres probarlo?
Se le pone la piel de gallina. La siguiente pregunta debería ser por que no lo tiro. Ni yo se la respuesta. Supongo que después de tanto tiempo le tengo cariño. Esto nunca se lo diría a ella, después de todo tengo una imagen que mantener.
Se tumba a mi lado y pone su manita sobre mi pecho. Lo masajea lenta pero concienzudamente.
-Siento lo del otro día
-¿qué?
-Lo del musculitos y el otro. Parecías muy entretenida.
-La verdad es que me alegro de que entrases –aparto su mano- parece que Paul no tiene nada que hacer últimamente. Si quería traerme algo, preferiría algo de sangre caliente.
Noto una presencia. Elise se pone en pie como alma que lleva el diablo y saca los dientes. Ese olor me es familiar. Lo suficiente para reconocerlo, pero no lo suficientemente importante para poder relacionarlo con un cuerpo.
Le lanzo una advertencia para que se este tranquila. Lo que menos necesito ahora son problemas con mis hermanos por culpa de uno de parásitos. Me ponen enferma. No son de los nuestros, pero disfrutan de muchas de las ventajas de los vampiros.
Llama a la puerta por cortesía y abre sin esperar una respuesta. Vale, esto me sorprende. Creo que aunque intento ocultarlo Don “me visto como mis amigos” sabe que le he reconocido.
-Lizz y Hiro están disfrutando de la cena. Me han informado de que no tiene un chainlive y me he tomado la libertad de prepararle algo.
-¿Un chain que?- Elise no se puede estar callada ni un segundo.
-Que sean dos.
Afirma con la cabeza y sale cerrando la puerta.
-Es una forma bonita de denominar a esos parásitos. Ya conoces a Héctor, hay más como él. Si, es humano.
Me mira interrogativa mientras toma asiento otra vez a mi lado.
-Un Chainlive es alguien que te pertenece por el resto de su vida y tú decides cuando se acaba. Te alimentas de él y por eso vive más. Si dejas de morder se hará cada vez más viejo y como todo ser vivo morirá.
-Que chorrada.
-Lo mismo pienso yo. Pero ellos dicen que es un sentimiento que no puedes describir. Se supone que hay una relación interpersonal. Podría decirse que es algo parecido al amor. Pero he aquí el problema ¿Alguien es capaz de matar a la persona que ama?
-Conviértele, como hiciste tu conmigo.
-¿No has aprendido nada en todos estos años? Un vampiro puede hacer lo que le dé la gana. Estoy segura de que mi padre teme que Héctor desaparezca de su lado en cuanto le convierta.
Llegamos a una de las salas del ala este y mis queridos hermanitos están disfrutando del manjar sin nosotras. Lizz tiene a una trémula señora sentada a su lado y enfrente Qahhar esta tranquilamente cautivando en la muñeca de una niña de unos 12 años. La niña tiene más de una marca. Elise intenta no mirar hacia allí.
A la derecha, contra una pared Hiro le hace el amor a su cena. Me siento al lado del parasito que esta con el menor de mis hermanos. Sin mirarle comienzo la provocación.
-Lizz parece que alguien ha pasado a ser un perdedor. Nunca me imagine que el primero en caer fuese el gran Qahhar.
Mi hermana ríe, pero la cría de mi lado se queja. Está claro que alguien mordió más de la cuenta.
-Padre tenía razón –se oye un grito que proviene de la esquina y un olor a sangre fresca –no puedes entenderlo hasta que te pasa.
-Podrías haber esperado un par de años cretino
Todos nos reímos ante la ocurrencia de Elise. Hiro deja caer el cuerpo y la señora al lado de Lizz se pone más nerviosa.
-No os riais, lo digo en serio. No tienes nada que perder ¿no? ¿Por qué no dejas que crezca un poco?
-Estas celosa preciosa –Qahhar sonríe satisfecho y separa la silla que está libre a su otro lado.
Nunca he visto a Elise moverse tan rápido. Antes de que termine de abrirse la puerta ya está sentada. Dos hermanos gemelos aparecen.
Lizz se ha cansado de esperar y empieza a jugar con su mano entre las piernas de la señora.
-Ji Hoon nos ha dicho que dos preciosas vampiresas nos estaban esperando.
Elise ríe complacida. ¿Cuan ingenuo puede ser un ser humano para creer que saldrá de aquí convertido en vampiro?
Hiro les coge de las manos y les muestra sus asientos.
-Soy Min Ho –me sonríe y hago como si me importase.
-¿Coreano?
-Si –se siente orgulloso- te vi el otro día en el club, es una suerte que nos volvamos a encontrar.
Hiro deja escapar una leve risita. Mi respuesta... la de siempre
-Si, sobre todo para mí. Buen provecho.

miércoles, 19 de mayo de 2010

No se juega con la comida (parte 2)


No lo entiendo, y mira que lo he pensado durante todos estos años. ¿Cómo puede alguien odiar ser vampiro? Aunque no lo pidieses, aunque te alimentes de lo que eras antes... ¿Acaso no te alimentabas antes de seres inferiores a ti? Esto es lo mismo. Esa pequeña salvaje debería estar agradecida de lo que hice por ella.
Sin ninguna duda yo adoro a Paul y recibo de su parte el mismo afecto. Quien me iba a decir a mí que esa criaja me traería tantos problemas. No es que me arrepienta de lo que hice, pero quizá otro lo aprovechase más.
Para mi desgracia nos vemos demasiado frecuentemente. Es mi debilidad no puedo estar mucho tiempo lejos de ella. Me preocupa. No lo puedo evitar. Desde el primer momento en el que la vi con esos ojitos llorosos, las mejillas sonrojadas, medio desnuda, caminando sola por las calles de Madrid y ese olor... indescriptible, una mezcla de desesperación, inocencia y rabia; supe que tenía que hacerme cargo de ella, para siempre.
Ahora está aquí, haciéndose la heroína, tratando de darme lecciones. Me hace reír, me entretiene. A estas alturas no sé si eso es bueno o malo.
Paul, mi querido Paul, por fin llegas. Sálvame de este ser infernal.
Realmente tengo buen gusto, mi pequeño levanta pasiones incluso entre los vampiros. E aquí una de las razones por las que ella me odia. Paul la ve como a una pequeña hermana y eso no va a cambiar. Sin entender que el no la ve como mujer simplemente porque la ha visto madurar a lo largo de los años, sigue aferrada a la idea de que es culpa mía. Su edad, o más bien su apariencia infantil, no cambiara nunca. Nunca.
Se queda sentada al lado del cuerpo de aquel hombre mientras que soy arrastrada hacia una de las habitaciones contiguas. No ha cambiado mucho, pero últimamente ha dejado que esos rizos dorados crezcan un poco. Con su típico movimiento de cejas me indica que no estamos solos. Dos vampiros más intentan ocultarse en lo más oculto de la penumbra.
-Y bien... ¿qué queréis?-me dirijo a Paul sin pestañear
-Nos preocupas, cada vez te vemos más aburrida.
La extraña respiración de Alec empieza a ponerme nerviosa, ¿Que necesidad tiene de hacerlo si estamos solos? Joon no deja de mirarme, noto su colmillo derecho encima del labio inferior, perfecto.
-¿Me has traído algo de diversión?
-No hace falta que me lo agradezcas
-Tssss, ¿cuanto crees que duraran estos?
-el rato que estés entretenida será bueno, dure la que dure- Desaparece de la estancia con una sonrisa cómica en la cara.
La verdad no me gusta ser una aguafiestas, pero esto no tiene ningún sentido. Abro la puerta, Joon me sujeta del brazo y me empuja hasta en centro de la habitación. Alec se queda atrás y cierra con seguro la puerta.
Sin decir nada Joon se abalanza sobre mí acariciándome y tira de mi blusa sacándola de la minifalda. La blusa se abre de pronto y el desabrocha el sujetador eficientemente. Mientras Alec se quitaba su ropa hasta quedar en calzoncillos. Joon hace lo mismo, dándole oportunidad a Alec de acariciarme, besarme y quitarme lo que quedaba de mi ropa. Mis pezones están durísimos y parece que la cosa promete.
Los músculos de Joon parecen esculpidos por el mejor de los artistas y las manos de Alec son como mínimo divinas. ¿Por qué no me habré fijado en estos dos antes?
Alec termina de desvestirse y empieza a masturbarse en lo que Joon me tira en la cama y me acaricia. Sus dedos acarician mi clítoris, mis labios y se introducen un poco en mi vagina para hacer el recorrido de regreso hasta mi clítoris. Se acuesta en la cama, ya sin ropa, y con todo su cuerpo durísimo y palpitante.
No me he dado cuenta, pero Alec ya está a mi lado, arrodillado en el suelo. Me lame el cuello y muerde mi oreja rápida y repetidamente.
¡Elise! Como un vendaval Elise entra en la habitación. Su cara no representa la tranquilidad que normalmente la caracteriza.
-Vístete, algo serio está pasando. Amuka y los suyos ya te están esperando.
Esta pequeña zorra siempre es tan inoportuna. Me visto lo más rápido que puedo y las dos salimos del local. Dirección: Atlántida

Bite Me, PLEASE!


¿Cuándo vas a dejar de provocarme? Sabes muy bien lo que haces, te gusta jugar a ser mala y a mi fingir que soy bueno. Deja ya de moverte, porque seré un chico malo. Te abriré la camisa y tus pechos brincaran para darme la bienvenida. Ya verás cuanto te gusta, atrapare al vuelo ese par de pezones dulces y duros como caramelos de fresa. Te sobrara la ropa cuando sientas que mi lengua te quema, desde la cintura hasta el cuello, desde el hombro hasta tu ingle. Y bajare mas y mas quiero que supliques para que siga la danza, endureciéndote, humedeciéndote, haciendo palpitar tu oscura humedad. Te hare sufrir con pinceladas y cuando no lo esperes, de un golpe tapido y certero tendrás mis dientes clavados en tu muslo, saboreando cada gota de sangre que tu cuerpo ofrece. Apretare con fuerza, te hare gemir. No tratas de escapar así es como lo quieres, dulce y violento a la vez. No temas, será la mejor noche de tu vida.

martes, 11 de mayo de 2010

No se juega con la comida (parte1)


No me apetece levantarme, pero se ha puesto el sol y ya tengo hambre. Solo de pensar en la comida me llena de energía. De un salto me pongo en pie, ante mí el enorme espejo reflejo de mi realidad actual, nada. Falda corta, hoy no tengo ganas de jugar, y por supuesto lápiz de labios rojo. Son tan sencillos que solo con eso les tengo en mi mano.
Mis cavilaciones no fallan, en cuanto entro en el club percibo 3 pares de ojos marrones y dos verdes posados sobre mí. El hombre de espaldas se da la vuela y... jajá ja, también es mío. Demasiado fácil. Sé que dije que no quiero jugar, pero así no es divertido.
La camarera, me sirve una copa y me quedo mirándola con una pequeña sonrisa, esta se ruboriza y prácticamente corre al otro lado de barra, junto a un muchacho de ojos verdes he de apuntar que los dos tienen el mismo olor. Dulce, nada mal.
Se abre la puerta y para mi sorpresa solo hace una rueda de reconocimiento al local y se sienta en una mesa oscura. Hace mucho que no me pasa esto, su pulso ni se inmuto al verme. Perfecto. Por fin la noche comienza a ponerse interesante. Un grupo de cinco personas entra, mismo estilo, peinados similares... a la mesa oscura del fondo, igual que su amigo. Predecible, espero que no siga decepcionándome.
El primer valiente entra en acción, el último empujón lo dio gracias a los veinte euros que se ha apostado con su amigo. Lo típico, copa y a bailar. Paso mi mano fría por su cuello y se estremece. Tengo hambre, pero aun no es el momento, antes de sucumbir a la tentación me deshago de él.
Curioso, “don me visto y peino como mis amigos” me está mirando. Le sonrió y me la devuelve, sin inmutarse lo mas mínimo. Hora de hacer algo al respecto, bebo lo que queda en mi copa y salgo a la pista, justo a su lado pero sin bailar con él. Es realmente alto, de espada ancha y porque no decirlo, lo suficientemente guapo para hacerme perder algo de tiempo.
Funciona, ahora no quita los ojos de mi, incluso a empezado a palpitar a una velocidad anormal. Me muerdo el labio inferior de forma sensual mientras le miro, pero en ese momento algo le pasa, su cara refleja lo que los años me dicen que es decepción. Se despide de sus amigos y se va.
Camina lentamente por las calles vacías. No se detiene ante la abrupta insinuación de una dama de compañía, pero si ante un concesionario. No está mal, al parecer tiene buen gusto. Lexus descapotable, color negro. A juzgar por el hotel en el que ha entrado, está a años luz de conseguir un coche como ese.
Podría entrar ahora y nadie sabría nada. En un abrir y cerrar de ojos yo ya no estaría aquí. No, no puedo. Las normas son las normas, sobre todo si me las he puesto yo. De vuelta al club, mira que suerte, para mí por supuesto aunque estoy segura de que el hermanito de la camarera piensa que hoy es el mejor día de su vida. Bueno, que sea feliz lo que le queda.
-¿Qué haces aquí fuera tan solo?
-Tomaba algo de aire –Su pulso se acelera.
-¿No te apetecería tomar algo conmigo en otro lado?
El muchacho duda, pero al verme alejarme corre hasta ponerse a mi altura. Me subo en el coche él se sienta en el puesto del copiloto. Esta nervioso y eso me hace sentirme más atraída hacia él. Meto la mano entre sus piernas sin titubear, su espalda se tensa y se hunde contra el respaldo del asiento. Así me gusta.
Con la emoción del momento ni se ha dado cuenta de la velocidad del coche, llegamos al lugar más rápido de lo que me esperaba. Aparco y me bajo del vehículo. Mi joven acompañante tiene que tener algún problema motriz porque siempre tarda demasiado en reaccionar, cuando por fin cierra la puerta del coche yo ya estoy frente a James, podemos decir que es el “puerta” de sitio.
-Llegas tarde hoy
-Yo nunca llego tarde, solo me hago esperar- miro tras de mí con una sonrisa- Muy joven ¿No crees?
-¿Desde cuándo te importa eso? Si Elise te escucha decir eso no parara de reír hasta el próximo siglo. Aun te guarda rencor, no creo que madure nunca.
-Esa cría siempre está igual. Veamos nos ofrece invitado de esta noche.
-Pásalo bien
Sujeto la mano de mi invitado y desciendo las escaleras. La música impregna el ambiente con una agitación que divierte y escita. A pesar de su inseguridad parece que el local le gusta y empieza a soltarse. No solo baila fluidamente y realmente cercano a mí, sino que se permite el lujo de manosearme el trasero. Las manos ya no le tiemblan y con esta luz sus ojos color aceituna parecen más bonitos. Empiezo a ver su atractivo.
Elise está a dos metros de nosotros, con un hombre que parece su padre, la verdad no me extraña. Sus gustos son muy peculiares, no soy quien para juzgarla. El señor no deja de mirar su reducido escote, pero con disimulo, supongo que no quiere llamar la atención. Rio sin pretenderlo al ver la manita de ella salir de la bragueta de él. Mi nueva pareja parece sentirse ofendido y retira la lengua de mi boca. Se le pasa rápidamente cuando desabrocho el primer botón de mi camisa. Con un súbito coraje mete la mano bajo mi falda.
La música cambia, la melodía que la mitad de nosotros tanto esperaba ha llegado. Lamo lentamente el cuello tierno del chico. Todo a mí alrededor desaparece, ahora solo veo esa pequeña y palpitante aorta. Solo puedo oler el abundante hierro de la sangre que le recorre. Ese olor me pone los dientes largos literalmente.
Cuando me quiero dar cuenta Elise está sacando la cabeza de entre las piernas del susodicho caballero. Demasiado temperamental, como siempre tiene la cara manchada de sangre. Yo simplemente dejo caer el cuerpo sin vida y limpio los pocos rastros del incidente fácilmente.
-¿no te enseño a comer tu mama?
-Ya no me acuerdo de ella, ¿Como recordar lo que me enseño?
Lamo una de sus mejillas, sencillamente... repugnante.
-¿Cómo has podido? Morirás de desnutrición como sigas comiendo mierda como esa
-No pederasta menos en el mundo, me parece suficiente razón ¿a ti no?
-Prefiero disfrutar de una buena cena antes que preocuparme por seres tan patéticos
-Nunca me entenderás Zina
-Te he dicho que no me llames así
-Ese es tu nombre, no pienso llamarte de otra forma